domingo, 23 de mayo de 2010

Una noche en Río

Ya iba por mi cuarto pincho de unos carnosos camarones que no veía desde que había estado en Colombia. Feliz alrededor de la mesa del bufé, no me importaba esta vez parecer la típica periodista "sanguchera", como dicen en Buenos Aires. Era mi cuarto pincho y mi séptima u octava vuelta alrededor de la tropical oferta gastronómica. Río me estaba ofreciendo papaya, guayaba, queso fresco al estilo "paisa", buen café en el desayuno; y camarones y al parecer una sorpresa que me iba a ser adelantada como primicia en segundos, en una noche sin nubes en la que se veía la iluminada bahía de Guanabara desde el Pán de Azúcar.

- Esta gente se vino con todo! No te imaginas quien viene para el show de media noche...
- ¿¡...!?

El aire de mar un poco fresco, buen pretexto para justificar las mejillas sonrosadas, el cabello revuelto y la sonrisa ligera, hacía que me sientiera en una película donde la heroina terminaría haciendo algo de lo que se arrepentiría al siguiente día. Personas que parecían ser de la "high society" carioca y paulista eran el toque "chic", mucho brillo, tacón alto, minifaldas, escotes, cámaras, fotos con famosos ignotos alrededor, meseras con canapés exóticos y otros no tanto.
 
- ¿Ya fuiste por una caipirinha?
- Esta es mi segunda 'sakirinha'...
- ...
- Cambié la cachaça por sake, está buenísima...


Sin perder mucho tiempo, mi personalidad "sanguchera" había llegado ya dos veces a otra mesa, en donde dos muy bien plantados cariocas, con mucho ritmo y destreza preparaban caipirinhas, mis recién bautizadas 'sakirinhas' y otras bebidas espirituosas (alabadas sean!...) con maracuyá, fresa, carambolo, piña y alguna otra fruta que ya no recuerdo.

Y aunque Dioniso se apoderó de mi espíritu y los recuerdos de playas caribeñas y noches de insomne felicidad casi lo saturaban, algunos restos investigativos quedaban.

- Y... ¿me vas a adelantar quien se presenta esta noche?
- ...mmm, es que es una sorpresa...
- A quien le voy a contar yo... dime...

Y tan bajito, bajito, que entre la música y el ruido casi no entiendo (hubiera sido lo mismo) me dijo como gran revelación Yvete Sangalo...

- ... ... ... cric cric

Las dos 'sakirinhas' ya habían hecho su efecto, porque sin pudor pregunté lo que parecía era casi un sacrilegio:

- Aaaajá... Y esa, ¿quién es?

Una mirada desconcertada antecedió a una paciente explicación de qué significa Ivechi para la música brasileña actual... Más importante que lo que significó Daniela Mercury en su mejor momento, me explicaron. De esa última, al menos, había escuchado hablar alguna vez.
El pobre sentía que había quemado "pólvora en chimango". Decirle después que el espectáculo había sido aplastante, que me pareció que la bahiana se comía el escenario y que los bailarines que la acompañaron obnubilaron mi visión e inspiraron mi posterior desempeño en las pistas, no sirvieron. No pudo dejar esa mirada de conmiseración que me dirigía cada vez que mencionábamos a Ivechi.

Mi amiga a la que le regalé el DVD de cortersía que encontré despúes, esa noche, en la habitación del hotel, fue un poco más cruda a la hora de expresar su mezcla de "no lo puedo creeeeer" porque Ivete fuera el show de la noche y de la evidente poca conciencia que tenía yo de lo que había presenciado.

Y aquí, en mi espacio, declarando mi ignorancia musical brasilera, pregunto ¿queda mal confesar que el pincelazo brasilero que aprecié esa noche no me mató? Brasil quedó en deuda conmigo.


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