jueves, 27 de mayo de 2010

El choripán, un mito a desterrar

Desde que llegué a estas tierras australes, siempre dije que en tierra de inventos, lo mejor que habían ideado los argentinos era poner un chorizo abierto dentro de un pan francés; o sea el choripán. Siete años y medio después, lo sigo sosteniendo. Pero en el camino, me he dado cuenta, además, que el 'chori' tiene una connotación social y sobre todo, es símbolo político de quien quiere denostar a los peronistas. Los borregos "acarreados" de quienes se identifican con el que fuera un coronel "tirano", acuden siempre a la concentración partidaria por el 'chori' y la 'coca'. Un lugar común en el que he visto caer desde el opositor más berreta, hasta el más aguzado de los analistas... opositores.
El choripán es símbolo del populacho, la comida rápida y barata del obrero, de la mujer y el hombre que llaman "de a pie", el más callejero de los alimentos.
Influida por esta parafernalia peronista, en estos años cultivé en mi interior el mito del 'chori' en la Plaza de Mayo como una reivindicación, acto tras acto, del movimiento que mejor supo interpretar el interés popular, el derecho de la masa, el reconocimiento del excluido.
Así que, ayer por segunda vez, me fui a la histórica Plaza, no solo a participar de esa aplastante, espectacular e hiper masiva celebración que fue el Bicentenario argentino, convocada por el más peronista de los gobiernos peronistas después de Perón, según los más fanáticos de ellos, que además me hizo sentir un particular orgullo de estar ahí, sino que quise completar la pintura perfecta que ideé en mi imaginario; sentarme al borde de una de las fuentes cerca a la Pirámide de la Revolución y comerme un jugoso choripán de dudosa procedencia.
Y por segunda vez, me encontré  con que, en lo que caminé de la Plaza de Mayo, no había un solo puesto del humilde alimento con el que compran la conciencia de los ingenuos. Quizás, pensé, en uno de esos arranques populistas y clientelares que los caracterizan, los kirchneristas los habían repartido gratis y los dos millones de personas que llenaron calles, plazas y avenidas en un solo día tuvieron el suyo antes que yo.
O también cabe la posibilidad que eso del 'chori y la coca' solo sea la salida fácil de los que prefieren negar que la gente agradece con su presencia a un gobierno que a veces demasiado tímidamente e incluso de manera oportunista en otras ocasiones si se quiere, ha tomado decisiones que han mejorado la vida cotidiana de millones. Decisiones inacabadas, sucestibles de ser mejoradas e imperfectas, pero decisivas, como el traspaso de los fondos jubilatorios a manos del Estado, y que permitió la AsignaciónUniversal por Hijo, medida impactante que disminuyó la indigencia entre un 54 y 68 por ciento, según la región; y la pobreza entre un 13 y 32 por ciento.

Esta última opción me llena de desilusión porque me lleva a concluir que el gran poder 'cooptador' del modesto sandwich, no es tal; y entonces debo trascurrir el doloroso camino de un penoso duelo, el de reconocer, después de casi ocho años, que el del choripán es un mito a desterrar de mi fantasía argentina.

2 comentarios:

peralta dijo...

qué es "sucestible"?

LuisaLane dijo...

te diré que prescribió el chori en la calle, y ahora sale el paty. ni más ni menos peronista, sí de más dudoso origen. de esos, los patys, estuvo llena la celebración, pero no fueron gratis. cada uno además de pagar el propio se bancó la cola y el humo.