martes, 27 de abril de 2010

Debate en radio sobre toros

Acabo de escuchar un intento de debate sobre la tauromaquia en el programa de Víctor Hugo Morales, a propósito de una cornada que tiene muy grave a un torero que participaba de ese dudoso arte en México y de una añosa columna de Mario Vargas Llosa, en la que defiende esa práctica en la que el encuentra "un culto amoroso y delicado en el que toro es el rey", aunque para ser justa se ataja de entrada al reconocer que tiene una cuota de violencia y crueldad que "crea en nosotros, los aficionados, un malestar y una conciencia desgarrada entre el placer y la ética, en su versión contemporánea". Palabras casi poéticas con el fin de justificar una práctica, a mi modo de ver, bárbara, pero tan arraigada en España y países de profundas raíces culturales hispanas como México o Colombia.
Pero la idea de estas reflexiones no es enfocar en Vargas Llosa, sino en las opiniones de algunos de quienes estaban en la mesa del programa periodístico. Y me llamó la atención la mezcla de peras con manzanas, sin ningún rigor. Entre comentarios de oyentes indignados por las opiniones del escritor y la condena a la práctica en sí, los locutores y periodistas del programa trataron de encontrar explicaciones a los argumentos de Vargas Llosa y terminaron justificando las corridas de toros con ideas como que es un asunto cultural, o que representa un enfrentamiento tête â tête entre torero y toro, o incluso con la comparación absurda del sacrificio de animales para el consumo.
Varias preguntas me surgieron a boca de jarro. Para aquellos que defienden los toros como algo de raíz cultural, ¿estarían dispuestos a justificar entonces la circuncisión femenima, la lapidación por adulterio y algunas otras prácticas milenarias y tan arraigadas en algunas sociedades, solo porque hacen a su esencia histórica cultural?
Otras, ¿No se supone que lo que nos diferencia de los animales es el raciocinio, o sea la inteligencia? ¿Cómo puede plantearse entonces un enfrentamiento de iguales?, ¿El toro elige?, ¿El toro va a una plaza por voluntad, sabiendo que su fin ineludible es la muerte (a diferencia del torero, para el cual solo es un riesgo) solo para lucirse y tratar de provocar el ataque del torero? ¿El animal por instinto, no está tratando de defenderse y sobrevivir frente a seres que le infieren heridas, entre otras cosas con banderillas que tienen puntas que se les entierran en la piel, les cuelgan y los hacen sangrar permanentemente mientras tratan de buscar a su agresor?
Y finalmente, ¿Cuándo se sacrifican pollos, vacas, cangrejos, chivos, etc, para comer, se les hace pasar antes por un proceso de espectáculo lucrativo en el que se les prolonga el dolor y la agonía solo para disfrute de una tribuna, más parecida a la elite de los antigüos coliseos romanos que a pobres ciudadanos con necesidad de saciar su necesidad básica de alimento?
Yo me pregunto, si el tema se coloca para el debate en un medio masivo de comunicación ¿No merecería un tratamiento más riguroso?

2 comentarios:

Átomo dijo...

Hola Deb, vengo a visitarla en esta nueva casa y a felicitarla por la acertada descripción que hace de sí misma en el perfil.
Me produce una extraña alegría cuando un torero es cornado. Es como si algo en mí sintiera que se hizo un poco de justicia en la consciencia de la raza humana. Sin embargo, faltan muchos toreros con derramar su sangre en el ruedo para compensar los dos tanques de la balanza, o un cambio de cosmovisión que evite por lo menos que se sigan repitiendo estas atrocidades.
A de4cir verdad, creo que es más fácil que suceda lo primero.
Un abrazo y que bueno leerla de nuevo.

Peralta dijo...

Mi amiga Adriana (http://peraltatereputea.blogspot.com/2009/01/dolor.html) era fan de Hemingway porque cuando uno leía algo de él siempre terminaba en pedo, y era gratis, alcanzaba sólo con leer. Como dije por ahí, Muerte en la tarde es una alabanza del torero. De allí se nos ocurrió la pregunta que le hacíamos a todo el mundo a bocajarro: "Estás con el toro o con el torero". Había que contestar, y tan sólo ahí remitíamos a la novela de Hemingway, porque si uno lee antes de tomar partido lo más probable es que se incline por el torero.Encuesta direccionada, que le dicen